septiembre 16, 2010

La semilla del vampiro | Cap. 4

CAPÍTULO CUATRO
EL EDIFICIO PARAMOUNT

Camino al edificio Paramount, nadie dijo nada. Nadie, excepto Bianca, que tarareaba el coro de una canción con insistencia. Después de un rato Alejandro le puso una mano en la boca a Bianca para que guardara silencio.
     Paola era la mayor del grupo. Sus padres le compraron un carro cuando cumplió sus veintiún años.
     Unos metros antes de llegar al edificio vieron la silueta de una persona escurriéndose entre las sombras del umbral del edificio abandonado. Aquella persona no se distinguía entre la oscuridad ni la distancia en la que se encontraba, pero sin dudas era la sombra de una persona… humana por lo menos.
     La entrada del edificio era solitariamente oscura y atiborrada de vasos plásticos, periódicos viejos y amarillentos, un par de botellas vacías de cerveza y hojas secas de árboles que, por la inercia del tiempo, se fueron depositando en aquel lugar. Mucho más adentro era como ver una cueva o las fauces oscuras y profundas de un animal. Sus paredes estaban manchadas de negro. Parecía envejecido y olvidado. Sus cristales tenían un brillo oscuro y maléfico, como sombras atrapadas en una botella. Todo estaba inundado de un olor agrio y putrefacto. Los rincones de lo que en algún tiempo fue una garita de vigilancia, engendraba un olor a orín y a ratas muertas. La sanidad seguramente clausuraría el edificio, no por fantasmas, sino por seguridad pública. En fin, todo aquello era una asquerosa caja inmensa de defecaciones y orines de distintas especies.
     En la cuadra, donde estaba ubicado el edificio, había un estacionamiento sucio, lleno de pequeños montículos de arena y desechos. En la puerta principal se levantaban dos estatuas de concreto y tamaño natural de dos leones mirando hacia el horizonte, como perdidos en el limbo. En un tiempo estuvieron pintados de blanco, ahora parecían haberse calcinado con todo el resto de la estructura.
     No había transeúntes, ni curiosos, ni vagos recogiendo basura alrededor. Esto facilitó la entrada en el lúgubre recinto sin que nadie los viera.
     Antes de entrar, los muchachos hicieron una respectiva ojeada para asegurarse de estar solos. Cruzaron el umbral de la puerta oxidada y ennegrecida. Estaban en lo que podría identificarse como el lobby del edificio. Otra estancia llena de cristales rotos y olor a orín y a excremento de ratas. En los rincones del lobby, así como en ambas esquinas superiores del elevador, desfilaban pequeñas y grandes telas de araña.
     En el lobby también había un montón de cartones colocados a manera de camas, parcialmente ubicadas lejos de las ventanas.
     —Quien quiera que duerma ahí no quiere que el sol lo perturbe por la mañana —susurró Alejandro.
     Continuaron caminando. Sus pisadas hacían crujir el piso. Había miles de vidrios por todo el lugar. El silencio era aterradoramente inquietante. Alguien a lo lejos parecía estar jugando a arrastrar una botella de un lado a otro. El sonido, aunque tenue, se proyectaba a manera de eco en todo el edificio.
     —¿Y ahora, qué hacemos? —preguntó Alejandro en voz baja.
     —Paola, deberías de estacionar el carro un poco más lejos y asegurarlo de todo —sugirió Gabriel—. Nosotros te esperaremos aquí en el lobby del edificio. Si alguien llegase a ver el carro estacionado afuera podría despertar curiosidad. Sobre todo de los policías.
     Paola simplemente afirmó con la cabeza, y se marchó.
     —Esperemos a que llegue Paola y luego empezaremos el ascenso —dijo Gabriel.
     —¿Cómo saber si realmente era Carlos quien estaba entrando aquí? —preguntó Bianca tratando de ocultar sus nervios.
     —No perderemos nada con averiguar. ¿Recuerdan el caso de la familia Romero? —Le preguntó Gabriel a sus amigos. Todos afirmaron con la cabeza—. Pues, se comprobó que no había tales apariciones. Todo fue un truco de la compañía de bienes y raíces para mantener a unos indeseables compradores lejos de la casa.
     —¿Qué tiene que ver eso con esto? —masculló Rafael.
     —Que no hay de qué preocuparse. Si realmente hay fantasmas aquí, estaremos juntos en esto, no estamos solos. Además, lo más probable, por experiencia, es que quien sea no pasará de ser un vagabundo.
     En ese momento entró Paola sigilosamente. Atravesó el umbral claroscuro del edificio y se puso en contacto con los demás.
     —¿Todo bien, Paola? —preguntó Bianca.
     —Vamos, no hay tiempo que perder —respondió.
     Todos estaban de acuerdo con ir en búsqueda de Carlos, pero ¿realmente buscaban en el lugar correcto? ¿Qué fuerza natural o sobrenatural los motivaba a seguir adelante?

7 escritos rotos:

Ricardo J. Román dijo...

El día de mañana será publicado el capítulo 5, para aquellas personas que han seguido la historia y se han sentido satisfechos con una de mis primeras creaciones.

El fin de semana tomaré un breve descanso para la próxima semana terminar de publicar La semilla del vampiro.

Gracias a todos.

Petite Coco † dijo...

Me encanta como escribis, de verdad.

Josefina dijo...

me encanta como escribis, sabes describir muy bien los lugares y de verdad que da miedo, o mejor dicho un poco de escalosfrios. estoy siguiendo la hisotira y me encanta, quiero saber que pasa con ese edificio!! un besote.

galmar dijo...

Qué intriga! Un beso muy grandeeee y feliz día:-)

Alice...]* dijo...

Hola! Acabo de ver tu comentario!!
muchas gracias por pasarte y comentar!!
yo ahora no tengo tiempo pero el lunes me paso y te leo mas detenidamente! =D


besitos

@anafleita dijo...

Me gustaaaaaaa la foto!

... dijo...

Recién hoy tengo la oportunidad de entrar en tu blog.
Este es mi primer capitulo, pero no dudaré en leer los anteriores.
Me gusta lo que escribes y como escribes.

Saludos, gracias por pasar por mi blog.

Te sigo.

http://nononotucorazon.blogspot.com

 
 

El Bosque

Mi primera novela El Bosque (2.001), en pequeñas entregas semanales. Podrás descargarlas de forma gratuita en formato PDF, muy pronto.

Libros recomendados

  • Adolfo Bioy Casares - La invensión de Morel
  • Edgar Allan Poe - Narraciones extraordinarias
  • Javier Marías - Mañana en la batalla piensa en mí
  • José Saramago - Ensayo sobre la lucidez
  • Mempo Giardinelli - Imposible equilibrio
  • Orhan Pamuk - Nieve
  • Ray Bradbury - Fahrenheit 451
  • Stephen King - Un saco de huesos
  • William Faulkner - El sonido y la furia

Escena Final

Escena Final narra la historia de dos amigos que deciden realizar películas de terror y compartir un sueño, asustar a todos con especies de espectáculos reales, pero las cosas se tornarán difíciles cuando empiecen a jugarse la vida en la última escena.

Sobrevivientes pronto en PDF

Sobrevivientes, mi nueva novela, podrán disfrutarla en formato .pdf en unas semanas. La versión digital ofrecerá un par de capítulos distintos al original que guardo en mi gaveta y espero llevar a una editorial muy pronto. La novela narra la historia de un grupo de personas que deciden escapar de una ciudad infectada por un extraño virus que afecta, principalmente, el agua.